Dispepsia funcional y Síndrome del intestino irritable

La dispepsia funcional (DF) y el Síndrome del intestino irritable (SII) son las enfermedades digestivas más comunes diagnosticadas en las consultas de atención primaria y de especialidades.

A nivel mundial, aproximadamente un 20-25% de personas sufren estas patologías, que aunque no amenazan la vida de los pacientes, suponen una alteración persistente del bienestar, la calidad de vida, y su capacidad para trabajar.

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¿Qué es la dispepsia funcional?

Se define dispepsia como la presencia de uno o más de los síntomas siguientes:

  • Sensación de plenitud postprandial (después de las comidas).
  • Saciedad precoz (entendida como incapacidad para terminar una ración normal de comida).
  • Dolor en la parte superior del abdomen, por debajo del esternón (epigástrio)

El diagnóstico de dispepsia funcional se basa en la clínica, no tiene una prueba específica.

El diagnóstico se realiza habiendo descartado previamente cualquier patología.

Los síntomas pueden ser continuos o intermitentes, relacionados o no con la ingesta.

En España se estima que entre el 24- 28% de la población ha presentado dispepsia en los últimos 6 meses y el 39% alguna vez en su vida.

Se han propuesto diferentes factores que influyen en la aparición de dispepsia funcional que van desde factores psicosociales, alteración de la motilidad intestinal (movimientos intestinales), la acidez del estómago, dieta, el estrés, la predisposición genética o la existencia de infecciones digestivas anteriores.

Cada vez se le da más importancia a la microbiota digestiva (bacterias que habitan en el tubo digestivo), de manera que tener una microbiota equilibrada, favorece el estado de salud, mientras que las alteraciones en las poblaciones bacterianas pueden predisponer a diferentes patologías.

La presencia en el estómago de la bacteria Helicobacter pylori es otro factor que se ha apuntado en la génesis de la dispepsia.

Síndrome del intestino irritable (SII)

El SII es un trastorno funcional digestivo que afecta a los últimos tramos del intestino, afectando, por tanto, a la función intestinal y que se caracteriza por la presencia de dolor/molestia abdominal y alteración en la forma y frecuencia de las deposiciones, en ausencia de otro tipo de patología que lo justifiquen.

Al igual que en el caso de la dispepsia funcional, el SII se considera que se trata de un síndrome multifactorial: factores genéticos y ambientales, alteraciones de la motilidad digestiva, los estímulos de distensión visceral se perciben con más intensidad que en los sujetos sanos, incluso de forma dolorosa, inflamación, infecciones digestivas (gastroenteritis anteriores),  factores psicológicos (ansiedad, depresión), consumo de antibióticos…

El síndrome del intestino irritable no se trata de un episodio aislado, sino que cursa de forma crónica con periodos de mejoría o empeoramiento.

El diagnóstico de SII se basa en la clínica, descartando previamente otras enfermedades (Celiaquía, Intolerancia a la lactosa, enfermedad inflamatoria intestinal, etc)

Tratamiento de dispepsia funcional y síndrome del intestino irritable con probióticos

Existen numerosas evidencias científicas que apuntan a que los probióticos pueden tener un papel destacado en la mejoría de los síntomas asociados al síndrome del intestino irritable y la dispepsia funcional.

Su acción se basa en la mejoría del medio ambiente intestinal, mantenimiento de la barrera intestinal y la mucosa y regulación de la respuesta inmunitaria intestinal y general.

Determinadas cepas probióticas utilizadas durante 4-8 semanas han resultado eficaces, disminuyendo la flatulencia de forma considerable y la sensación de hinchazón por parte del paciente.

Otras recomendaciones para evitar las molestias digestivas

Existen una serie de recomendaciones que pueden disminuir la aparición de estas manifestaciones (indigestión, dolor abdominal, ardor, eructos, etc.)

  • No comer demasiado ni demasiado deprisa.
  • No comer bajo presión emocional. Intenta que las comidas sean momentos relajados; comer cuando estás estresado aumenta el aire al comer.
  • No beber directamente de latas ni botellas. Evitar las bebidas carbonatadas y la cerveza, ya que liberan dióxido de carbono.
  • No acostarse después de comer.
  • No fumar ni masticar chicle.
  • Evitar el café. El café es ácido y contiene cafeína, que acelera el tránsito intestinal y puede acabar produciendo diarreas.
  • Realizar movimientos después de comer. Es bueno caminar de forma suave después de comer. Evitar la acidez estomacal. La enfermedad del reflujo gastroesofágico puede requerir medicamentos que deben estar bajo supervisión médica.

Pero también…

  • Evitar alimentos flatulentos. Entre los alimentos que más comúnmente causan gases se encuentran los frijoles, guisantes, lentejas, repollo, cebollas, brócoli, coliflor, alimentos integrales, hongos, ciertas frutas.
  • Si existe intolerancia a la lactosa, disminuir de forma importante la lactosa. Ciertos carbohidratos indigeribles que se encuentran en los alimentos sin azúcar (sorbitol, manitol y xilitol) también, pueden provocar un aumento de los gases. En estos casos, además de reducir la ingesta de lactosa es aconsejable la toma de probióticos que mejoran esta intolerancia.
  • Evitar o reducir las grasas. Los alimentos ricos en grasa retrasan la digestión.
  • Tomar fibra. La cantidad diaria recomendada de fibra es de 25 – 30 gramos. Si, como la mayoría de la población, no consume suficiente fibra, se debe aumentar gradualmente la ingesta. La introducción de demasiada fibra a la vez puede causar dolor abdominal y otros síntomas.

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Lda. Laura Arbeloa Jiménez
Licenciada en Periodismo por la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Actualmente trabajo en Heel España realizando diferentes funciones de comunicación corporativa y marketing.
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