El estudio de la microbiota constituye un tema de gran actualidad. En los últimos años se ha avanzado mucho en la comprensión de la misma y, a día de hoy, puede considerarse como un nuevo “órgano” al que no se había concedido mucha importancia. Hoy estamos aceptando que ese “órgano invisible” puede tener las claves para entender muchos aspectos de la digestión, la inmunidad, la obesidad o la alergia, entre otras alteraciones.
La colonización bacteriana del intestino comienza con el nacimiento y continúa durante toda la vida con cambios significativos en función de diferentes factores, entre otros: el tipo de parto, la lactancia materna o artificial y la dieta que se siga a lo largo de la vida.
Entre las funciones de la microbiota intestinal cabe destacar:
- Una actividad metabólica y digestiva.
- Protección frente a agentes infecciosos.
- Acción trófica del epitelio intestinal y del sistema inmune.
Probióticos para restablecer el equilibrio de la microbiota
Cuando hay una alteración de la microbiota, tanto en cantidad de bacterias como en proporción de las mismas, se denomina “disbiosis”. Estos cambios pueden producirse como consecuencia del estrés, la contaminación, los pesticidas, la insuficiente masticación y las deficiencias nutricionales de vitaminas y minerales, dietas pobres en fibras y ricas en grasas y proteínas o dietas ricas en hidratos de carbono, alimentos irritativos para la mucosa intestinal (café, alcohol…), tratamientos con medicamentos, principalmente antibióticos, pero también con corticoides, AINE, IBP, infecciones intestinales, etc.
En el caso de un patrón disbiótico, puede ser de utilidad el uso de probióticos para restablecer el equilibrio en la microbiota. Y es que actualmente, determinadas investigaciones han arrojado datos muy interesantes sobre el papel de determinadas bacterias en el desarrollo del sistema inmunitario o sobre su posible uso en determinadas patologías como, por ejemplo, la enfermedad celíaca.
