Las características de la microbiota intestinal están condicionadas por múltiples factores, entre los que podemos destacar la dieta, los estilos de vida, los factores emocionales y otros aspectos de nuestro hábitat. Las alteraciones cuantitativas y/o cualitativas de este conjunto de microorganismos pueden favorecer la aparición de enfermedades como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn, la obesidad, alteraciones metabólicas, la depresión y otros trastornos neurológicos.
Dieta
La dieta es el sustrato fundamental que permite modular el estatus de la microbiota intestinal. Junto con la alimentación convencional, determinados componentes con acción prebiótica, probiótica o simbiótica pueden ser buenos aliados a la hora de mejorar el perfil de la microbiota intestinal y, de manera especial, ayudar a la reversión de alteraciones que pudieran derivarse del consumo de determinados fármacos, dietas inapropiadas, tóxicos específicos, secreciones intestinales anómalas o situaciones de estrés.
Por ello, no es de extrañar que el interés actual de muchos investigadores se centre en la microbiota. Son ya numerosas enfermedades y afecciones que se saben relacionadas con diferentes desórdenes a nivel de las poblaciones bacterianas intestinales. Entre ellas, se encuentran la obesidad o el sobrepeso; las alteraciones metabólicas relacionadas con éstas constituyen, hoy en día, uno de los principales problemas de salud, ya que conllevan un mayor riesgo cardiovascular. Por tanto, una dieta individualizada, la prescripción de actividad física, algunos fármacos específicos y la ayuda de probióticos o simbióticos, pueden ayudar a controlar e incluso revertir este importante cuadro patológico (*)