Todas estas patologías tienen en común ciertos síntomas como el aumento de secreciones, congestión nasal, estornudos, tos, fiebre y, como decimos, el dolor de garganta. Estas infecciones son más comunes en el invierno ya que es el período en el que hay mayor circulación de microorganismos porque, al ser la temperatura ambiental más baja, hay una mayor tendencia a mantenerse en espacios cerrados.
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