Esta mañana mi sobrina, que ya está en quinto de primaria, me planteaba unas dudas que tenía antes de enfrentarse al examen de ciencias. ¡Qué casualidad! Una de las unidades que entraba en la prueba era el aparato digestivo. Digo casualidad, porque su madre se está convirtiendo en una experta en el tema ya que padece de síndrome del intestino permeable y, la verdad es que, lleva unos días que no puede asegurar que se traten de los mejores de su vida.
Según la Real Academia de la Lengua, permeable se define como algo que puede ser penetrado o traspasado por el agua u otro fluido. Me gustaría que os dejarais influir por los consejos que os voy a dar… que es otra acepción del término permeable.
¿Intestino permeable? ¿Los células del intestino tienen algo que ver?
Antes de adentrarnos en el tema, es importante aclarar dos cosas: el síndrome del intestino permeable no es una enfermedad como tal y todavía no se conoce con exactitud la causa que lo provoca.
El origen de este síndrome se localiza en el intestino delgado. Es ahí donde los nutrientes que comemos son absorbidos.
Los enterocitos son células epiteliales del intestino delgado que, precisamente, tienen la función principal de absorber los nutrientes. También participan en el transporte hacia otros tejidos del cuerpo y forman parte de la barrera de defensa del intestino, ya que impiden la entrada de posibles agentes patógenos.
Suponen el 80% del epitelio en el intestino delgado. Se caracterizan por tratarse de células con numerosas vellosidades y por ser células polarizadas. Los enterocitos se unen entre sí mediante tres tipos de uniones: estrechas, de anclaje y comunicantes lo que les permite crear una barrera muy resistente. El epitelio intestinal (enterocitos) se renueva completamente cada cuatro o cinco días.
Una alteración en la estructura de los enterocitos puede dar lugar a problemas en el transporte de proteínas, la movilización y metabolismo de las grasas y fallos en el sistema inmunológico de la barrera intestinal.
¿Qué es el síndrome del intestino permeable?
La permeabilidad del intestino es la propiedad y capacidad que tiene para permitir el paso de nutrientes que proceden de la dieta, bloqueando el paso de bacterias, virus y sustancias tóxicas que pueden afectar a nuestro organismo.
Fisiológicamente hablando, el intestino de por sí es permeable, precisamente para dejar pasar los nutrientes necesarios para nuestro organismo e impidiendo, como defensa, la entrada de muchas sustancias que pueden perjudicar al sujeto.
Por tanto, estas son las dos funciones básicas de la permeabilidad intestinal: la absorción y la protección.
¿Qué puede alterar la permeabilidad intestinal?
La alteración de la permeabilidad puede ser por exceso o por defecto. Esta alteración va a afectar a la microbiota intestinal residente lo que va a originar una mala o incorrecta digestión de los alimentos y un deterioro del sistema inmune.
Un defecto de permeabilidad puede provocar una malabsorción de nutrientes y originar desnutrición, aunque la ingesta alimentaria sea normal tanto en cantidad como en calidad. Un ejemplo de disminución de la permeabilidad intestinal es la celiaquía.
Por el contrario si aumenta la permeabilidad, va a dar lugar a una alteración de la función de barrera intestinal como consecuencia de infecciones intestinales, consumo de alimentos que pueden provocar alergia, el alcohol, la toma de antibióticos y desequilibrios en la microbiota intestinal. Esta alteración va a dar lugar a un aumento del paso de sustancias no deseadas que pueden dar lugar a procesos inflamatorios de carácter crónico.
La enfermedad de Crohn y otras enfermedades inflamatorias intestinales son ejemplo de la consecuencia de una permeabilidad aumentada. Pero no solamente puede dar lugar a enfermedades digestivas; la artritis reumatoide, el asma, la esclerosis múltiple o la diabetes son también ejemplos de enfermedades sistémicas que pueden tener relación con la permeabilidad intestinal.
Se puede entender también al revés, es decir, cualquier proceso inflamatorio puede alterar la permeabilidad intestinal.
¿Cómo sé que puedo padecer síndrome del intestino permeable?
- La diarrea, dolor abdominal, hinchazón y gases son signos comunes del síndrome del intestino permeable. Se trata de síntomas típicos de la enfermedad inflamatoria intestinal. Esta inflamación produce irritabilidad y alteración del tránsito intestinal lo que puede provocar más inflamación y mayor permeabilidad.
- El síndrome del intestino irritable da lugar a un incremento en la liberación de sustancias proinflamatorias que se denominan citoquinas. Este aumento de citoquinas está asociado a la presencia de cansancio y fatiga crónica, por lo que son también síntomas de este síndrome.
- Como decía, la consecuencia del aumento de la permeabilidad intestinal no solamente está asociado a problemas digestivos, por lo que las alteraciones en la piel también pueden estar relacionadas. La aparición o el aumento en la intensidad de síntomas asociados al acné, rosácea, psoriasis o dermatitis atópica pueden ser una señal de que la permeabilidad intestinal está alterada.
- Es habitual pensar que un dolor articular o una articulación rígida esté asociado con, por ejemplo, una artritis, pero este dolor crónico no solo a nivel osteoarticular sino también muscular está relacionado en numerosas ocasiones con el síndrome del intestino permeable. En este sentido, la alteración de la microbiota tiene mucho que decir.
- El eje intestino-cerebro demuestra la estrecha relación que existe entre ambos sistemas por lo que explica que un bajo estado de ánimo sea también signo de un aumento de la permeabilidad intestinal.
- A todo esto, se suma las alergias o intolerancias alimentarias, problemas de tiroides, déficits nutricionales, asma o alergias estacionales o agravamiento de algunas patologías ya existentes.
¿Puedo influir en la permeabilidad del intestino?
Es fácil entender que, si la primera toma de contacto con el exterior es la vía digestiva, todos los cambios de hábitos que adoptemos encaminados a protegerla ayudará a que la permeabilidad del intestino sea la adecuada:
- La dieta debe ser variada y equilibrada, evitando al máximo la ingesta de productos procesados o irritantes.
- Un control del estrés ayudará a un mejor estado de ánimo que influirá positivamente en los procesos digestivos.
- Valora hacer pruebas de alergia o intolerancias para poder abordarlas adecuadamente.
- El cuidado de la microbiota y su equilibrio pasa también por la toma de simbióticos que incluyan cepas probióticas que hayan demostrado su eficacia en el fortalecimiento del sistema inmune como la LGG a lo que se suma vitaminas y glutamina que fortalecerá la mucosa intestinal.
Laissez faire, laissez passer (Vicent de Gournay)
BIBLIOGRAFIA
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082015001100007
