La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que aparece en forma de brotes asociados a lesiones eccematosas recurrentes, xerosis y prurito.

Aunque es una patología que también se da en la edad adulta, se desarrolla en la infancia y va a ser mucho más frecuente en este grupo.
De hecho, la edad de comienzo más frecuente de la patología es a lo largo de los dos primeros años de vida. En el 60% de los casos, los síntomas se manifiestan en el primer año de vida. Un 85%, antes de los 5 años y, en más del 40% de los casos, desaparecen antes de llegar a la edad adulta.
Existe una predisposición genética a padecer dermatitis atópica, evidenciada por ciertas mutaciones en los genes que influyen en la estructura y la función de la epidermis.
Síntomas de la dermatitis atópica
El síntoma principal es el prurito o picor. Puede ser lo suficientemente severo como para impedir el descanso nocturno. A este síntoma se le añaden otros como el rascado producido por el picor, liquenificación, piel seca con descamación, vesículas con eritema (enrojecimiento) y exudación que puede evolucionar hacia la aparición de lesiones secundarias como fisuras debido al rascado intenso, el cual altera la barrera cutánea ya dañada y agrava más la situación.
El picor producido por la dermatitis atópica y la calidad de vida del paciente
El curso y el pronóstico de la dermatitis atópica son variables, con fases alternantes de mejoría y empeoramiento. Sin lugar a dudas, el síntoma más molesto es el picor. A veces es tan intenso que produce, en especial en los niños, un malestar tan profundo que puede producir alteraciones tanto en el sueño como en la alimentación.
El prurito es el síntoma que más domina pero no es el único factor que interviene. Se ha demostrado que los niños con eccema atópico tienen altos niveles de estrés y ansiedad, que a su vez, hacen que empeoren aún más los síntomas de la dermatitis atópica.
Y, evidentemente, los padres también se ven afectados, tanto por la falta de sueño de sus hijos, como por la angustia que producen los síntomas, motivo de desasosiego para toda la familia. Por tanto, el control de este picor o prurito es uno de los pilares en el tratamiento de la dermatitis atópica y debe ser el objetivo terapéutico prioritario.
