La menopausia es una etapa fisiológica en la vida de las mujeres que viene determinada por la disminución y cese definitivo de la actividad ovárica. Y esto lleva ciertas consecuencias que, con el tiempo, pierden intensidad y terminan desapareciendo, pero que afectan a la calidad de vida de las mujeres. Síntomas como los sofocos son los más típicos.
Pero los trastornos genitourinarios son también importantes, entre los que destacan las infecciones del tracto urinario, principalmente, las cistitis.
La menopausia: no es una enfermedad
No está de más recordarlo. La menopausia es el cese definitivo de la menstruación por pérdida de la actividad folicular ovárica. Por tanto, es una etapa fisiológica de la vida y, como tal, no puede ser considerada como una enfermedad.
Evidentemente, los cambios biológicos asociados con la menopausia son universales y es una etapa en la que se presentan ciertos síntomas. Sin embargo, todos ellos tienen una importancia relativa, aunque sí que es cierto que existen variaciones notables en la experiencia subjetiva entre las mujeres.
Durante la menopausia disminuye significativamente la producción de estrógenos. Los cambios hormonales producidos durante esta etapa influyen también en la anatomía y fisiología de la zona vulvovaginal.
Se produce una atrofia vaginal, cambios en la microbiota, alcalinización del pH vaginal y disminuyen las secreciones vaginales debido a las alteraciones en los niveles de estrógenos y la disfunción de las glándulas vaginales.
Los estrógenos no solo influyen en las secreciones vaginales, estimulan también la proliferación de lactobacilos, reducen el pH vaginal y previenen la colonización por enterobacterias (principales patógenos del tracto urinario) de la zona vulvovaginal.
Relación entre cistitis y menopausia
Aunque no es la única, hay una condición de riesgo para desarrollar una infección urinaria: la menopausia. En esta etapa de la vida de la mujer, se produce un cambio en la microbiota vaginal, disminuyendo los lactobacilos, habitantes normales de la vagina de la mujer sana premenopáusica, como los Lactobacillus Crispatus, Gaserii o Jenseii. Esta disminución induce el aumento del pH vaginal. Es decir, provoca la alcalinización y hace que especies potencialmente patógenas crezcan y se expandan.
Se ha descrito un aumento de las infecciones urinarias, entre las que se encuentra la cistitis, en las mujeres menopáusicas. Entre los 15 y los 24 años, la prevalencia de estas infecciones urinarias es alrededor de 2 a 3% y se eleva hasta el 15% a los 60 años. Pasa al 20% después de los 65 años y entre el 25 y 50% después de los 80 años. Este incremento debido a la edad se puede atribuir a que el envejecimiento produce una alteración de los mecanismos defensivos frente a la infección.
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¿Qué es la cistitis?
La infección urinaria en la mujer con menopausia reúne características propias que la diferencian de la mujer premenopáusica. El déficit hormonal que ocurre durante la menopausia conlleva cambios funcionales en el ecosistema vaginal que conducen a una colonización bacteriana hacia el tracto urinario.
Sin embargo, este tipo de infección urinaria se produce en todas las edades. De hecho, es una de las infecciones bacterianas más comunes en la población femenina adulta. Afecta a 1 o 2 de cada 10 mujeres durante su vida y constituye un importante problema sanitario.
Cómo saber si tengo cistitis
Los principales síntomas y signos de la cistitis son:
- La polaquiuria. Son las ganas frecuentes de orinar con sensación de que no se vacía totalmente la vejiga
- Urgencia miccional
- Sensación de dolor o ardor al orinar. A veces la orina puede estar turbia y tener un olor fuerte y en ocasiones, incluso puede tener presencia de sangre.
- Es común que haya una sensación de dolor o pesadez en la parte baja del abdomen o en la zona lumbar.
- En los ancianos los síntomas son más vagos
- A veces pueden manifestarse simplemente como falta de apetito, cansancio y adormecimiento.
Protégete de las cistitis durante la menopausia
Las recomendaciones de prevención de las cistitis son similares a las recomendadas a las mujeres no menopáusicas. Son medidas de higiene y prevención, entre las que destacamos:
- Beber abundante líquido. Debes ingerir todos los días, al menos dos litros de agua. Mantener una buena hidratación oral, además de seguir una dieta saludable, contribuye a mejorar la hidratación de todos los tejidos y el estado global de salud
- No aguantes la orina durante mucho tiempo
- Evita el estreñimiento
- Límpiate de delante hacia atrás
- Orina antes y después de mantener relaciones sexuales
- Evita los espermicidas
- Usa ropa de algodón, no ajustada, y procura mantenerla siempre seca. Los tejidos sintéticos pueden producir, además, dermatitis de contacto.
- Utiliza jabones de pH ácido.
- Evitar el acúmulo de sudor, secreciones y humedad mediante una buena higiene íntima tras practicar ejercicio o después de mantener relaciones sexuales.
¿Y los probióticos y los arándanos rojos?
Se pueden utilizar para prevenir estas infecciones complementos alimenticios con arándano rojo americano. Esta planta medicinal es muy utilizada para el tratamiento y la prevención de las infecciones del tracto urinario inferior. El arándano rojo contiene proantocianidinas que evitan la adhesión de bacterias patógenas (E. coli) a la vejiga y vías urinarias. El arándano tiene una buena tolerabilidad, un buen perfil de seguridad y prácticamente carece de interacciones farmacológicas. Existen, además, otras plantas ricas en proantocianidinas (PAC) como la semilla de uva.
Y, por supuesto, probióticos que consiguen requilibrar tanto la microbiota intestinal como la vaginal.
Sin embargo, la administración de estos complementos no debe sustituir al tratamiento antibiótico instaurado. Lo que se consigue es complementar los efectos del antibiótico y, además, impedir las recidivas.
Referencias
https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-articulo-menopausia-transicion-13038267
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-menopausia-salud-genitourinaria-X0212047X10556284
