Si en nuestro día a día llevamos una alimentación no muy saludable, dormimos pocas horas y de baja calidad, o llevamos a cabo hábitos poco convenientes para nuestra salud se refleja en nuestra piel, es como un espejo que muestra al exterior que está pasando en nuestro interior. Tiene un aspecto menos luminoso, seca, cetrina…
Pero no solo nuestro estilo de vida deja secuelas e influye en como se encuentra la piel, también el estado de nuestro sistema digestivo, en concreto de nuestra microbiota, puede influir en la apariencia, y lo que es más importante, en la salud de la piel. En muchos pacientes con enfermedades de la piel se ha observado una alteración de la microbiota intestinal y de la barrera intestinal.
Desde hace un tiempo, se están valorando y estudiando el uso probióticos y prebióticos para fortalecer la barrera natural cutánea. Además, cada vez se está estudiando más la relación entre el intestino y la piel. De ahí que, cada vez más, se estudie la relación entre probióticos y piel, es decir la relación entre determinadas cepas probióticas en el tratamiento de síntomas de enfermedades de la piel que cursen con cambios o alteraciones a nivel de la microbiota intestinal, lo que se denomina disbiosis.
Probióticos y prebióticos y su relación con la piel
Los probióticos son microorganismos vivos y definidos que suministrados en cantidades suficientes y adecuadas, confieren múltiples beneficios para la salud de la persona que los consume, pues al modificar la microbiota intestinal, no solo repercute de forma positiva y beneficiosa en el intestino sino que también influye en otras partes del organismo, como el sistema inmunológico, y, últimamente se está poniendo en relevancia la influencia de los probióticos en determinadas enfermedades de la piel, siendo una de las más estudiadas la dermatitis atópica, con un enfoque dirigido a su prevención motivado por los resultados que se están obteniendo.
En cuanto a los prebióticos, son ingredientes alimentarios que no somos capaces de digerir y que son beneficiosos para la microbiota presente en nuestro intestino, pues estimulan selectivamente el crecimiento y la actividad de determinados grupos de bacterias y, por tanto, mejoran la calidad y la cantidad de la microbiota intestinal.
En principio, al explicar la función de los prebióticos siempre se piensa en una modificación selectiva de la microbiota intestinal, sin embargo, estos beneficios de los prebióticos van más allá del intestino y se podrían aplicar a cualquier otra microbiota bacteriana presente en nuestro cuerpo, incluida la cutánea.
Una vez que hemos visto la diferencia entre probiótico y prebiótico, podemos ver cuál es su relación con la salud de nuestra piel.
La piel es el órgano más grande del cuerpo y desempeña funciones de vital importancia, pues protege a nuestro organismo de las agresiones del exterior, regula la temperatura corporal e interviene en el sistema inmunitario, entre otras funciones.
La piel puede ser reflejo del estado de salud, haciendo visibles signos de desequilibrio o enfermedad.
Nuestra piel es la primera línea de protección de nuestro cuerpo y nos defiende contra agentes tóxicos, infecciones, inflamación… En ella encontramos miles de microorganismos que conforman la microbiota cutánea que ayudan a reforzar esta barrena que nos protege del exterior y también nos protege de la invasión por otros microorganismos, así como desempeña una función esencial para el desarrollo de un sistema inmunológico competente. Por lo tanto, una piel sana también dependerá del equilibrio entre las bacterias presentes en nuestro cuerpo.
Los microorganismos que encontramos en nuestra piel refuerzan las funciones propias de la piel, pues tienen una importantísima función defensiva, actúan como reguladores de la respuesta del sistema inmune, refuerzan la barrera cutánea y dificultan la ocupación del territorio cutáneo por otros microorganismos patógenos, protegiéndonos así de enfermedades que estos pudieran provocar.
De igual manera, es posible que alguno de los microorganismos de nuestra piel pueda estar implicado en el origen de muchos procesos dermatológicos como la dermatitis atópica, el acné, la psoriasis, la rosácea o la cicatrización de las heridas.
Gracias a los estudios realizados en patologías de la piel como el acné, rosácea y psoriasis se ha podido constatar su relación con diferentes alteraciones de la microbiota intestinal.
Hoy en día, estamos acostumbrados a reforzar nuestra microbiota intestinal en determinadas circunstancias, por ejemplo, en época de frío para ayudar a nuestro sistema inmune debido a la estrecha relación que hay entre ambos, o bien tras la toma de antibióticos para recuperar esa microbiota intestinal que puede verse alterada, pues del mismo modo, puede ser que en momentos puntuales sea necesario reforzar la microbiota de la piel.
Beneficios de los probióticos y prebióticos en la piel
Es fundamental mantener una nuestra piel sana, con un nivel de hidratación adecuado, elástica, flexible y reforzar su barrera cutánea. Nuestra piel cuando se altera no ejerce su función de protegernos de manera efectiva y su capacidad para enfrentarse a los agentes externos se ve comprometida. Así mismo, es muy importante mantener el equilibrio de la microbiota de la piel, así como la microbiota intestinal debido a la estrecha relación entre intestino-piel.
Los probióticos tienen un efecto positivo en la piel pues modulan el sistema inmunológico proporcionando efectos beneficios desde el punto de vista terapéutico para las enfermedades cutáneas. Los probióticos adecuados pueden mantener y restaurar la microbiota intestinal y la cutánea mediante la modulación y regulación del sistema inmune, inhibición de la adhesión de microorganismos patógenos, además producen sustancias químicas que inhiben a esos microorganismos nocivos, entre otros mecanismos.
El principal beneficio en el aporte conjunto de prebióticos con probióticos (simbióticos) es que los prebióticos favorecen el crecimiento de las bacterias beneficiosas.
Los mejores probióticos y prebióticos para la piel
Se está estudiando el uso de prebióticos y probióticos para el tratamiento de diversas afecciones de la piel, poniendo de manifiesto que pueden tener un papel fundamental en la prevención de ciertas enfermedades donde la barrera cutánea está alterada.
La dermatitis atópica es la enfermedad más estudiada respecto al uso de probióticos, en la que se están obteniendo mejores resultados en su prevención más que en su tratamiento.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel. Afecta fundamentalmente a niños, aunque puede manifestarse a cualquier edad, y suele remitir con la edad. Los síntomas que la acompañan son sequedad de piel, picazón intensa y erupciones cutáneas. Es una enfermedad que cursa con brotes, sobre todo en épocas de frío. En la dermatitis atópica existe tanto una alteración de la barrera cutánea como una respuesta inmune alterada.
En el caso de pacientes con dermatitis atópica, existen estudios que demuestran que la microbiota intestinal de estos pacientes es diferente tanto en cantidad como en composición, es decir su microbiota es menos diversa con respecto a la microbiota de una persona que no padezca dermatitis atópica. Este desequilibrio en la microbiota intestinal puede desencadenar una respuesta inmunitaria alterada, lo que se manifiesta en la inflamación de la piel característica de la dermatitis atópica.
Se ha observado que los probióticos adecuados por vía oral, pueden ser efectivos en el tratamiento de la dermatitis atópica, ya que ayudan a restablecer un equilibrio saludable en la microbiota intestinal y reducir la inflamación de la piel.
Por lo que una correcta alimentación, incluyendo alimentos ricos en prebióticos y probióticos, y el uso de simbióticos con cepas probióticas específicas y prebióticos, como complemento al tratamiento con corticoides de la enfermedad, puede mejorar la disbiosis o desequilibrio de la microbiota intestinal de estos pacientes, sin olvidar la necesidad del uso de forma rutinaria de cremas emolientes que ayuden a mantener la hidratación cutánea.
Podemos encontrar estudios que han demostrado que la mezcla de determinadas cepas probióticas (Bifidobacterium lactis CECT 8145, Bifidobacterium longum CECT 7347, Lactobacillus casei CECT 9104) es eficaz en la reducción de la intensidad y duración de los brotes en pacientes con dermatitis atópica moderada.
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel muy frecuente. Su origen puede estar determinado por muchos factores, haciendo difícil establecer cual es el desencadenante principal, pero si se sabe que el estrés, depresión y ansiedad pueden empeorar el acné debido a que en estas situaciones se altera la microbiota intestinal, aumentando la permeabilidad a nivel intestinal favoreciendo la inflamación de la piel.
Se ha estudiado por ejemplo en el caso del acné algunas cepas probióticas, lactobacilos y bifidobacterias, las cuales han mostrado resultados positivos. Los probióticos orales han demostrado tener propiedades antiinflamatorias y antibacterianas muy beneficiosas en caso de pacientes con acné.
La psoriasis es también una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por la aparición de placas rojas y escamosas en la piel. Los datos en el tratamiento de la psoriasis con probióticos son limitados, pero, se han documentado resultados prometedores.
Referencias
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112013000700009
https://www.elsevier.es/es-revista-piel-formacion-continuada-dermatologia-21-articulo-probioticos-prebioticos-beneficio-real-dermatologia-S0213925111001006
