Diferencias entre cremas hidratantes y emolientes para la piel

No es posible. Otra vez con la piel reseca y mira que me ducho hasta dos veces al día. Tanta agua debería ayudar a evitar que mi piel sufra tanto.

Parece sencillo pensar que el agua que aporta la ducha es suficiente para que nuestra piel permanezca hidratada. Pero no es así.

Determinadas circunstancias pueden hacer que nuestra piel no retenga agua y genere esa sequedad que puede derivar en picores, heridas y engrosamientos de la piel.

Probablemente, tengamos que recurrir a distintas cremas. Pero, ¿cuál es la diferencia entre hidratante y emoliente?

Diferencias entre cremas hidratantes y emolientes para la piel: conocer diferencia hidratante emoliente - HeelEspaña

La piel, el mayor órgano de nuestro cuerpo

La piel es el órgano más grande de nuestro organismo y uno de los más importantes por sus funciones. Esta separa al organismo del medio exterior y, a la vez, permite la interacción con el mismo.

La piel sana es una barrera contra agresiones químicas, mecánicas, tóxicas, el calor o el frío.

Pero además, también es esencial para el mantenimiento del equilibrio de fluidos corporales actuando como barrera ante la posible pérdida de agua, el equilibrio térmico y la transmisión de una cantidad de información externa que accede al interior por el tacto, la presión, temperatura y receptores del dolor.

Es más, prueba de que juega un papel muy importante en nuestra función de relación, es que exteriorizamos nuestro estado emocional a través de la piel. Podemos  sonrojamos, palidecemos, nuestro pelo se eriza o emanamos olor.

¿Cómo retiene el agua la piel?

Desde afuera hacia dentro, en la piel se distinguen tres capas de tejido: la epidermis, la dermis y el tejido subcutáneo, también llamado hipodermis.

Las células que componen la epidermis van madurando hasta que las eliminamos en el proceso natural de descamación. De modo que la piel se va renovando constantemente. Durante este proceso se produce la destrucción de la filagrina, una proteína que se encuentra en el interior de la célula.

La destrucción de esta proteína, es la que origina diferentes sustancias que atraen el agua hacia las células de la piel y favorecen la hidratación de esta. Por tanto, la capacidad de retener agua por parte de la piel se debe fundamentalmente a la filagrina.

 

La epidermis está cubierta por una película hidrolipídica. Es decir, una emulsión de agua y lípidos que juega un papel importante en los niveles óptimos de agua en la piel.

Esta película contribuye a que nuestra piel permanezca elástica y flexible y, además, se encarga de que se mantenga bien hidratada formando una barrera protectora natural. Por otro lado, la parte acuosa de esta película, conocida como manto ácido protector, contiene ácidos y aminoácidos que funcionan como factores hidratantes naturales.

¿Qué puede alterar la piel?

El estrés emocional, el sudor, tejidos irritantes, factores genéticos o tener tendencia a dermatitis pueden provocar un desequilibrio en esa capa protectora y, con ello, reducir la capacidad de retención de agua.

Incluso el agua, por sí misma, puede irritar la piel ya que incrementa el pH, aumenta el flujo sanguíneo y, si son cloradas o muy mineralizadas, pueden dañar la barrera epitelial. Pero, ojo, la falta de higiene también puede alterarla.

Por tanto, en determinadas circunstancias se debe recurrir a cremas hidratantes o emolientes que permitan recuperar la función protectora de nuestra piel.

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¿Cuál es la diferencia entre hidratante y emoliente?

Cada tipo de piel tiene unas necesidades específicas para conseguir el equilibrio que la haga lucir sana. Una crema emoliente y una hidratante tienen un objetivo común: tratar la piel seca.

Crema hidratante

Las cremas hidratantes se utilizan para aportar agua a la piel y recobrar la humedad. Es decir, aportan un “extra de agua”. De esta forma, consiguen que se recupere la hidratación perdida y no se reseque tan fácilmente.

Protegen de las agresiones externas diarias como el frío, viento, o el sol. Por tanto, este tipo de cremas son ideales para pieles sanas. Es decir, pieles sin afecciones y cuyo uso diario puede aportar ese cuidado extra necesario.

Tanto si la tenemos grasa, seca o mixta, una crema hidratante siempre será buena para aportar agua a nuestro cutis ya que actúa sobre la piel sana.

Las cremas hidratantes nutritivas aportan, además de agua, componentes que ayudan a que la piel castigada por el paso del tiempo conserve su luminosidad, suavidad y tonicidad.

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Cremas emoliente

Las cremas emolientes aportan un plus de hidratación, que no necesitan las pieles sanas.

Se recomiendan para las pieles con sequedad extrema, con alguna enfermedad cutánea como psoriasis, eczemas o dermatosis que cursen con xerosis (sequedad) y prurito (picor) como por ejemplo la dermatitis atópica.

Por ejemplo, en la psoriasis tienen un papel fundamental por su acción suavizante, antipruriginosa y como coadyuvante en la fototerapia.

Las cremas emolientes sirven para restaurar la capa externa de la piel. Por un lado, forman una capa protectora en la superficie del estrato córneo reteniendo agua. Por otro, aportan lípidos estructurales que restauran la estructura de la barrera de la piel, aportando suavidad y elasticidad.

Son preparados tópicos en forma de emulsión de aceite en agua (O/W). En conjunto, previenen la pérdida de agua por evaporación y atraen moléculas de agua desde las capas más profundas de la epidermis, hidratando y permitiendo la regeneración de la barrera epidérmica.

Existen en el mercado cremas emolientes fluidas, de rápida absorción, menos viscosas y grasas con componentes naturales como la grosella negra o el cardiospermum. Estos garantizan una hidratación profunda para el cuidado diario.

No obstante, ante la duda, consulta a tu farmacéutico o dermatólogo que te explicarán las dudas y diferencias entre hidratante y emoliente.

Cuida tu piel para interaccionar al máximo con lo que te rodea.

BIBLIOGRAFÍA
Arnold, H., et al. Andrews: Tratado de Dermatología. Barcelona. Ed. Científicas y Técnicas. 1993.
Bagazgoitia L, Gutiérrez M, García Blesa C, Hernández Martín A, Torrelano A. Aspectos epidemiológicos, patogénicos, clínicos y diagnósticos de la dermatitis atópica ¿Es posible la prevención? Rev. Pediatr. Aten. Primaria 2009, 11 (suplemento 15)

 

Ldo. José Manuel García Raboso
Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid con la Especialidad de Bioquímica. Siempre ha estado unido al sector farmacéutico y al contacto directo con el cliente, bien en Oficina de Farmacia o en diferentes Laboratorios farmacéuticos como AstraZeneca, Salvat o Lacer.
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