Pielonefritis y cistitis, ¿en qué se diferencian?

Quizá estemos más acostumbrados a escuchar el término cistitis cuando se habla de infecciones de orina por su mayor frecuencia, y no tanto con el término pielonefritis. Existen más tipos de infecciones urinarias, por lo que vamos a intentar explicar las diferencias entre estas dos enfermedades.

Tanto la pielonefritis como la cistitis son infecciones del tracto urinario, pero afectan a una porción distinta de las vías urinarias. Las Infecciones del Tracto Urinario (ITU) podemos dividirlas en 2 tipos:

  • Infecciones de las vías urinarias bajas: cuando la infección afecta a la vejiga urinaria, se conocen como cistitis. También existen la prostatitis y la uretritis en el hombre.
  • Infecciones de las vías urinarias altas: estas infecciones afectan a uno o a los dos riñones y a la pelvis renal. Se denominan pielonefritis.

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Causante

Las bacterias que habitualmente pueden ser las causantes tanto de cistitis como de pielonefritis son Escherichia coli y Proteus. Estas bacterias por lo general llegan desde la zona perineal (área que engloba ano y genitales) donde, en condiciones normales, podemos encontrar bacterias que provienen del intestino.

Puede ocurrir que alguna de estas bacterias se introduzca por la uretra, ascienda por ella hasta llegar a la vejiga urinaria. Allí se multiplica y produce inflamación y estaríamos ante una cistitis.

En algunos casos, puede ocurrir que estas bacterias que han proliferado en la vejiga sigan ascendiendo por los uréteres hasta uno o los dos riñones donde producirán inflamación y daño renal, es decir, estaríamos ante una pielonefritis. Si la pielonefritis es extensa o múltiple, es decir, se repita varias veces, puede verse comprometida la función del riñón.

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Pielonefritis o cistitis

La cistitis tiene mayor incidencia en las mujeres, siendo prácticamente anecdótica en hombres.

Aproximadamente un 50% de las mujeres pueden presentar una infección del tracto urinario a lo largo de su vida, relacionado con la actividad sexual, los embarazos y la edad.

En el hombre, la infección del tracto urinario tiene dos picos máximos de incidencia: durante el primer año de vida y pasados los 50 años. En relación con la presencia de alteraciones de la próstata o como consecuencia de manipulaciones urológicas.

Conocer si nos encontramos ante una pielonefritis o una cistitis es de gran importancia, pues las pielonefritis pueden evolucionar de forma grave, mientras que las cistitis son por lo general, infecciones con un buen pronóstico.

En el caso de la pielonefritis, puede tener consecuencias importantes cuando progresa, aunque, afortunadamente no es lo habitual. Con un tratamiento rápido se previene la mayoría de las complicaciones.

Entre los factores de riesgo que pueden aumentar la incidencia o gravedad de la pielonefritis se encuentran los antecedentes del paciente, la actividad sexual, la incontinencia urinaria, la diabetes, la presencia de obstrucción del tracto urinario, disfunciones urológicas…

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¿Cuáles son los síntomas de cada una de ellas?

Los síntomas de una cistitis son:

  • En una cistitis no suele haber fiebre.
  • Orina turbia, incluso puede aparecer sangre.
  • Disuria: dificultad miccional, escozor o dolor al hacer pis.
  • Dolor debajo del vientre, presión o calambres en la parte inferior del abdomen o en la parte inferior de la espalda.
  • Retención de la orina, no se hace pis por el gran dolor que se experimenta al miccionar. Quedarse con la sensación de que no se ha vaciado completamente la vejiga incluso después de orinar, esto se conoce como tenesmo vesical.
  • También puede ocurrir que se aumente la frecuencia de ir al baño, pero orinar muy poca cantidad por el dolor, lo que se denomina polaquiuria o lo que es lo mismo, orinar frecuentemente.

La pielonefritis es un cuadro infeccioso grave que constituye la forma más seria de infección del tracto urinario.

En la pielonefritis, los síntomas que pueden presentarse son:

  • Fiebre alta por encima de los 38ºC.
  • Escalofríos y temblores, taquicardia, nauseas y vómitos.
  • Fatiga, estado de malestar y sensación de indisposición general.
  • Dolor a la palpación en la región lumbar.
  • También suelen coexistir los síntomas de una cistitis (disuria, tenesmo vesical y polaquiuria).
  • Cambios mentales o confusión. En personas mayores, estos síntomas a menudo son los únicos signos de una infección de las vías urinarias.
  • En algunos casos se puede presentar dolor abdominal intenso.

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Tratamientos

Para hacer un diagnóstico diferencial y poder determinar de qué tipo de infección se trata, se suele realizar un examen clínico y un cultivo de orina. Estas pruebas generalmente se acompañan de una prueba de imagen, como una radiografía o una ecografía, para evaluar el estado de la vejiga y de los riñones y ver el grado de afectación.

La pielonefritis se puede prevenir mediante un tratamiento precoz y completo de las cistitis y del resto de infecciones del tracto urinario. Hay que prestar especial atención si estamos ante infecciones crónicas o recurrentes o bien si se presentan malformaciones anatómicas previas que puedan derivar en una mayor riesgo de desarrollo de una pielonefritis, como es el caso de presentar reflujo vesicouretral u obstrucción uretral, entre otros.

Al tratarse de infecciones un su mayoría de origen bacteriano, el tratamiento se realizará con antibióticos. Pero, en los casos de cistitis que se consideran infecciones no complicadas y para prevenir infecciones recurrentes que puedan derivar, como hemos explicado antes, en una pielonefritis, puede ser muy interesante seguir diversas estrategias para su tratamiento:

  • Estrógenos vaginales. Disminuyen el pH vaginal y normalizan la microbiota aumentando la concentración de lactobacillus.
  • Probióticos. Ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal y vaginal, en concreto Lactobacillus; y así disminuir la recurrencia de este tipo de infecciones constituyendo un coadyuvante a la profilaxis antibiótica.
  • La asociación de D-manosa con las proantocianidinas del arándano rojo americano puede ser una opción preventiva. Son interesantes tenerlas en cuenta en el tratamiento de cistitis recurrentes y de las cistitis no complicadas.
  • Este efecto preventivo del arándano rojo americano se debe a la capacidad que tienen las proantocianidinas de tipo A, de inhibir la adhesión de E. coli y otros uropatógenos a la pared de la uretra y vejiga.
  • La D-manosa evita la adhesión de las bacterias a los receptores uroepiteliales específicos. Las bacterias son arrastradas por la orina y se eliminan fuera de la vejiga.
  • Medidas higiénicas. Se recomienda orinar tras mantener relaciones, evitar el uso de espermicidas, incrementar la frecuencia de micción, mejorar la higiene íntima (de delante hacia atrás para evitar la contaminación con el área fecal).

Bibliografía
http://www.webpediatrica.com/infopadres/pdf/infeccion_orina.pdf
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-infecciones-urinarias-clinica-diagnostico-tratamiento-10022011

Lda. Eva del Álamo Romo
Licenciada en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Tras mi licenciatura, cursé el Master Propio en Farmacia Industrial y Galénica en la Universidad Complutense de Madrid. A día de hoy trabajo en Laboratorios Heel España, S.A.U. como Responsable de Farmacovigilancia suplente.
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