Intolerancia a la lactosa | ¿Cómo y quién puede manifestarla?

06:30 de la mañana, llevo una hora despierto y ya es hora de desayunar. Hoy me he preparado un café con leche, un zumo de naranja y unas tostadas con aceite de oliva virgen extra.

A ver qué tal me sienta, porque ayer las tostadas fueron con mantequilla y, al cabo de un rato, comencé a sentir náuseas y tuve que acudir al baño. Tengo la sensación de que la culpable fue la mantequilla… ¿Estaré sufriendo intolerancia a la lactosa? En ese caso, la leche del café también tendrá que ver, aunque tomo muy poca.

En fin, tendré que controlar lo que como porque la mañana que pasé ayer no se la deseo a nadie.

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Alergias alimentarias, un tipo de reacción adversa

Las reacciones adversas causadas por alimentos se conocen desde hace mucho tiempo. Ya en los siglos V y IV a. C. se plasma, en diferentes tratados, problemas gastrointestinales debidos a la ingesta de leche.

Pero es en los últimos años cuando está aumentando considerablemente la preocupación por estas reacciones adversas, especialmente en los países desarrollados.

La mayoría de las reacciones adversas por alimentos son leves y se pueden controlar fácilmente.

Se define una reacción adversa a alimentos como cualquier respuesta clínicamente anómala que se puede atribuir al contacto con un alimento, aditivo o derivados a través de la ingesta, contacto cutáneo o inhalación. Abarca desde las consecuencias del consumo de una seta venenosa hasta el consumo de unos frutos secos que pueden afectar a algunas personas predispuestas.

Las reacciones alérgicas a alimentos son aquellas reacciones adversas alimentarias, no tóxicas, mediadas inmunológicamente. Es decir, la reacción aparece de forma constante tras el contacto con un determinado alimento.

Los alimentos son una gran fuente de sustancias ajenas y extrañas para el organismo y, por ello, potencialmente alergénicas. Las proteínas o sus partes más pequeñas penetran en el tracto gastrointestinal sano e íntegro, produciéndose la interacción con el tejido asociado a las mucosas de naturaleza linfoide (MALT).

En una persona sana, se desarrollará una tolerancia inmunológica para que el sistema inmunitario sea capaz de no reaccionar frente a esas proteínas. Sin embargo, en determinadas personas se puede producir un error en el desarrollo de esa tolerancia y dar lugar a reacciones de hipersensibilidad.

Estas reacciones alérgicas pueden producirse de forma local, justo en el punto de contacto entre las células del sistema inmunológico y el alérgeno o de forma sistémica, afectando a todo el organismo.

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Alergia e intolerancia, ¿es lo mismo?

Las intolerancias alimentarias son aquellas reacciones adversas alimentarias, no tóxicas, que no están mediadas inmunológicamente.

Es común clasificarlas en tres grupos en función de su mecanismo de producción:

  • Mecanismo farmacológico

Es debido a los productos químicos que se encuentran en el alimento de forma natural o que se han añadido y dan lugar a un efecto nocivo en la persona. Es el caso, por ejemplo, de las reacciones por el consumo de aminas vasoactivas como la histamina o la tiramina.

En este sentido, hay que tener especial precaución en aquellas personas que estén tomando antidepresivos (IMAO), ya que al inhibir la enzima que metaboliza estas sustancias, no lo harán pudiendo causar hipertensión y cefaleas.

  • Mecanismos indeterminados

En este grupo se incluyen las reacciones adversas a alimentos por causa desconocida. Suele ocurrir, sobre todo, por ciertos aditivos alimentarios y consumidos en grandes cantidades como colorantes, nitritos, sulfitos o el glutamato.

  • Mecanismo enzimático

Se debe a déficits enzimáticos que producen alteraciones en el metabolismo de diferentes nutrientes.

Entre ellas se encuentra la intolerancia al sorbitol, a la sacarosa, a la trealosa o a la fructosa. Es importante diferenciar, en este último caso, entre la intolerancia a la fructosa y la fructosemia:

La intolerancia a la fructosa se produce por la incapacidad de absorber fructosa a nivel intestinal, dando lugar a síntomas similares a la intolerancia a la lactosa

Sin embargo, la fructosemia es un déficit de la enzima que metaboliza la fructosa a nivel hepático, acumulándose en el organismo y dando lugar a hipoglucemia, acidosis láctica y dolor abdominal. Si se mantiene el consumo, puede agravarse el cuadro, llegando incluso a la muerte.

La intolerancia a la lactosa, consecuencia de un déficit enzimático

La alteración más frecuente y conocida es el déficit de lactasa. La lactasa es una enzima producida en el intestino delgado para “digerir” la lactosa.

La malabsorción de la lactosa es consecuencia del déficit de lactasa. Al no poder absorberse, se acumula y es fermentada por las bacterias del intestino grueso, dando lugar a los síntomas que se conocen como “intolerancia a la lactosa” como la flatulencia, distensión abdominal, diarrea con deposiciones ácidas, etc. Estos síntomas suelen aparecer entre los 30 minutos y 2 horas después de haber ingerido algún alimento con lactosa y desaparecen entre 3 y 6 horas más tarde.

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Existen diferentes tipos de intolerancia a la lactosa:

  • Déficit congénito de lactasa

Es una alteración genética presente al nacer por la que se carece de la enzima lactasa. Es muy poco frecuente. El único tratamiento es evitar la ingesta de lactosa desde el nacimiento, con lo que ello supone, ya que la lactosa es el principal hidrato de carbono de la leche materna.

  • Intolerancia primaria a la lactosa

Se trata de una deficiencia persistente de lactasa, pero que no se manifiesta desde el nacimiento, sino que va sucediendo de forma progresiva desde los 2-3 años. También se conoce como déficit racial o hipolactasia del adulto. Es más frecuente en determinadas poblaciones como la asiática o la africana. En España, supone el 20-40% de la población.

  • Intolerancia secundaria o adquirida a la lactosa

Es una deficiencia transitoria de lactasa debida a enfermedades que afectan a la reserva enzimática en el tracto digestivo, afectando al enterocito, que es la célula intestinal donde se encuentra la enzima.

Determinados fármacos que pueden dañar la mucosa intestinal o enfermedades gastrointestinales agudas o crónicas como la enfermedad celíaca, EII o gastroenteritis pueden llevar a este tipo de intolerancia a la lactosa.

¿Quién puede sufrir intolerancia a la lactosa?

La intolerancia a la lactosa está presente en más del 60% de la población mundial. En Europa, hay diferencias entre los países del norte y del sur, correspondiendo un mayor porcentaje a países del sur, como España, donde entre un 20% y un 40% de las personas sufren este trastorno.

Esto puede tener una explicación derivada del predominio de la ganadería o la agricultura. Cuanto más se dependa de la ganadería y sus productos, más tolerancia a la lactosa se adquiere, y viceversa.

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Diagnóstico, evolución y tratamiento

El diagnóstico de la intolerancia a la lactosa debe confirmarse antes de eliminar de manera permanente los posibles alimentos responsables.

Suelen realizarse pruebas que detecten la malabsorción, como la de hidrógeno aspirado tras ingesta oral de la lactosa, aunque la prueba de provocación positiva con el alimento, es decir, exponer al paciente al alimento que cause la intolerancia y comprobar si se desencadena la reacción adversa, es el método de referencia.

Una vez que se conoce el diagnóstico, el único tratamiento que se conoce actualmente es la abstinencia del alimento, ya sea de manera parcial o total. Es importante tener especial precaución con los alimentos preparados, ya que los agentes causantes pueden estar presentes de manera oculta.

Estas restricciones en la dieta pueden alterar el equilibrio de la microbiota y acentuar los síntomas. El consumo de simbióticos con cepas específicas como la LGG, glutamina y vitaminas del grupo B ayudarán a evitar una disbiosis que pudiera alargar estos procesos.

La evolución de la intolerancia a la lactosa, sobre todo, en el caso de intolerancias transitorias, suele finalizar con una tolerancia al alimento tras un tiempo, más o menos prolongado, sin tomarlo.

Disfruta. ¡No te prives de nada!

BIBLIOGRAFÍA
http://www.avpap.org/jornadas2005/alergiaalimentaria.pdf

Ldo. José Manuel García Raboso
Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid con la Especialidad de Bioquímica. Siempre ha estado unido al sector farmacéutico y al contacto directo con el cliente, bien en Oficina de Farmacia o en diferentes Laboratorios farmacéuticos como AstraZeneca, Salvat o Lacer.
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