En qué se diferencian obesidad y sobrepeso

Hacía ya unos días que me compré una báscula, de estas modernas, que te analizan todo. No he tenido tiempo para estrenarla, pero, por fin, ha llegado el momento… ¡IMC…27! ¿Será obesidad? ¿Será sobrepeso? ¡Qué más da! ¡O no! Lo que está claro es que me sobran kilos.

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Un poco de estadística que refleja datos alarmantes

Según la OMS, en los últimos 50 años la obesidad se ha triplicado en todo el mundo. Casi 2000 millones de adultos presentan sobrepeso y casi 700 millones de personas son obesas.

En España, los datos no varían mucho. La prevalencia estimada en la población adulta es del 21,6%, con una tendencia ascendente que prevé para el año 2030 una población con exceso de peso de 27,2 millones de adultos.

Estos datos son preocupantes, pero más preocupante es el aumento de la obesidad infantil. En el año 2016 se estimaba que más de 340 millones de niños y adolescentes presentaban sobrepeso u obesidad.

Y el número sigue creciendo de tal manera que se espera que en el año 2030 la obesidad infantil alcance el dramático número de 573 millones. Por tanto, estamos hablando de una epidemia global, que requiere atención urgente.

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¿Qué es realmente la obesidad?

La OMS define la obesidad como exceso de grasa corporal. Para el diagnóstico de la obesidad, se utiliza el concepto de índice de masa corporal (IMC) o índice de Quetelet.

El IMC es la relación entre el peso corporal (kg) y la talla al cuadrado (m2). Existen ciertas variaciones en los valores referenciados en función de la raza, pero a nivel europeo se establece que un IMC ≥ 30 kg/m2 es obesidad.

Eso sí, solamente es válido para personas entre 20 y 65 años, y nunca para embarazadas, madres lactantes o personas que realizan mucho deporte o de alta competición ya que los datos pueden estar distorsionados.

En cuanto a los niños y adolescentes, un IMC igual o superior al percentil 95 para edad y sexo correspondiente, es diagnóstico de obesidad.

El índice de masa corporal no tiene en cuenta la adiposidad a la hora de efectuar una relación entre el peso y la talla. Para definir bien la obesidad, hay que tener en cuenta la grasa acumulada, porque un exceso de tejido adiposo provoca una mayor liberación de adipocinas, que tendrán una acción proinflamatoria y, por tanto, un aumento de las complicaciones asociadas.

El porcentaje de grasa corporal normal varía entre el 12-20% en los hombres y el 20-30% en el caso de las mujeres. La obesidad se define por un porcentaje de grasa corporal superior al 25% en los hombres y al 33% en las mujeres.

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Diagnóstico de obesidad

Para el diagnóstico de obesidad, al dato de IMC hay que añadir el perímetro de la cintura el cual se obtiene al rodear la cintura con una cinta métrica por encima del borde superior de la cresta ilíaca, es decir, justo por debajo del ombligo. Un perímetro de cintura igual o superior a 102 cm en los hombres y 88 cm en las mujeres son factores de riesgo.

La obesidad es una enfermedad metabólica crónica, de origen multifactorial y que se asocia a un aumento de problemas de salud a largo plazo, afecta física y psíquicamente a la persona que la padece y reduce su calidad de vida.

Comer no es el único factor para estar obeso…

Es una enfermedad en la que interactúan factores genéticos y ambientales. Se considera una patología en la que están implicadas numerosos genes. En general, se considera que los factores hereditarios son responsables del 20-40% de las causas de obesidad que pueden ser modificados por factores externos (epigenética)

Por otro lado, las características urbanas, la industria alimentaria, la publicidad y otras influencias del entorno y condiciones de vida generan un “ambiente obesogénico” que alimenta este proceso.

Al sedentarismo e ingesta excesiva que, sin duda, son los factores principales responsables de un mayor aporte calórico, se une el patrón alimentario de la persona con tendencia a la obesidad que prioriza el consumo de azúcares refinados y grasas frente a las frutas y verduras, la situación socioeconómica, el estrés, las alteraciones del sueño, el sexo y la edad.

Algunas enfermedades como el hipotiroidismo, diabetes y diversos trastornos psiquiátricos, así como los correspondientes tratamientos, contribuyen a una mayor propensión a la obesidad.

Últimamente, se están valorando otros factores como todo aquello que afecte al ritmo circadiano, la exposición a compuestos químicos exógenos y, como no, la microbiota intestinal.

La microbiota intestinal tiene un papel muy importante en la fisiopatología de la obesidad, de tal manera que la disminución en la diversidad, así como el predominio de unas especies frente a otras influyen en el desarrollo o no de la obesidad.


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El sobrepeso, un factor de riesgo

Al igual que ocurre con la obesidad, el IMC es un indicador simple que también se utiliza para determinar si hay sobrepeso.

Si el dato obtenido es mayor de 24.9 es indicativo de sobrepeso; de grado I hasta 26,9 y grado II hasta 29.9

Llegados a este punto, si no se produce una reacción por parte del individuo en cuanto a conducta alimentaria y cambios en la vida diaria dirigidos a adquirir hábitos saludables, lo normal es que este sobrepeso evolucione a obesidad.

Y es que cuando el índice de masa corporal está por encima de 25, el riesgo de contraer enfermedades es mayor, aparte de los problemas de autoestima y socialización.

Las enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina, diabetes, cáncer, apnea del sueño, artrosis, entre otras comienzan a abrirse hueco entre la salud del individuo.

Objetivo: control del peso

El peso ideal sería aquel que permite un estado de salud óptimo, con calidad de vida y el máximo tiempo posible. Este peso ideal va a depender del sexo, edad, constitución, masa muscular y el estado de salud general y no del estándar de belleza que se imponga.

El actual concepto de peso ideal está relacionado estrechamente con el IMC y, por tanto, lo recomendable es mantenerse dentro del rango normal que está establecido entre 18,5 y 24,9 kg/m2, aunque muy probablemente, dependiendo de la persona, unos valores entre 22 y 23 kg/m2 pueden considerarse aceptables sin necesidad de realizar excesivos sacrificios.

Tanto en el sobrepeso como en la obesidad, la prevención es fundamental, pero si ya se han alcanzado valores elevados de peso, el tratamiento se debe basar en la adopción de un estilo de vida saludable mantenido en el tiempo. Para ello, se deben implementar simultáneamente un plan de alimentación, el aumento de la actividad física y cambios conductuales que ayuden a conseguir y mantener los objetivos marcados.

Por último, complementos alimenticios que contengan cepas probióticas especificas junto con potentes antioxidantes como el aceite de oliva, la quercetina y la coenzima Q10, pueden ayudar a conseguir el objetivo de controlar el peso en valores adecuados.

¡Pues sí que he bajado de peso! … ¿quieres hacer el favor de subir también el otro pie a la báscula?

BIBLIOGRAFIA
https://www.sefac.org/sites/default/files/2017-11/sobrepeso_y_obesidad.pdf

Ldo. José Manuel García Raboso
Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid con la Especialidad de Bioquímica. Siempre ha estado unido al sector farmacéutico y al contacto directo con el cliente, bien en Oficina de Farmacia o en diferentes Laboratorios farmacéuticos como AstraZeneca, Salvat o Lacer.
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