La tecnología continúa avanzando a un ritmo acelerado, y cómo nos afecta la luz azul es un tema de creciente interés. A medida que se desarrollan nuevos dispositivos electrónicos, como pantallas de alta definición y dispositivos móviles, también aumenta la preocupación por los posibles efectos negativos de la exposición prolongada a la luz azul. Pero ¿es tan grave?
¿Qué es la luz azul?
El espectro visible es la región del espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de percibir y traducir en los distintos colores que conocemos.
Las radiaciones electromagnéticas tienen distintas frecuencias, de las cuales nuestro ojo es capaz de percibir un pequeño segmento. Concretamente se trata del tramo correspondiente a las longitudes de onda entre 380 y 750 nanómetros. Este rango, dependiendo de la persona, puede ser más o menos amplio.
Dependiendo de las ondas de luz, de sus longitudes de onda, podemos hablar de los diferentes colores:
Rojo: 780-618 nm
Naranja: 618-581 nm
Amarillo: 581-570 nm
Verde: 570-497 nm
Cian: 497-476 nm
Azul: 476-427 mm
Violeta: 427-380 nm
Fuera del espectro visible se encuentran las radiaciones con las longitudes de onda propias de la luz infrarroja, es decir, por encima de los 750 nm, y las de la luz ultravioleta, es decir, por debajo de los 400 nm, aproximadamente.
La luz es una porción de espectro visible que se caracteriza por la alta acumulación de energía. Alrededor del 30% de la radiación que emite el sol entre las 9 de la mañana y las 8 de la noche es luz azul.
La luz azul procedente de fuentes naturales estimula el ciclo circadiano vigilia-sueño de tal manera que condiciona que, durante el día, estemos activos y con energía para desarrollar nuestras actividades. A medida que el sol desaparece, dando paso a la noche, nuestro cuerpo se prepara para entrar en reposo y conciliar el sueño.
Los dispositivos electrónicos y la emisión de luz azul
Hasta aquí, podemos pensar que la luz azul es completamente beneficiosa, pero… ¡Houston, tenemos un problema! … porque un 40% de la luz que recibimos durante el día es emitida por televisores, ordenadores, smartphones y otros dispositivos electrónicos.
La luz azul nos permite ver las pantallas a plena luz del día. Hace que la imagen tenga colores fríos, lo que facilita su legibilidad en contraste con la luz solar o ambiental. De no ser así, nos resultaría bastante difícil ver nítidamente lo que nos ofrecen los aparatos electrónicos en espacios iluminados.
Se puede pensar que, a priori, no debe haber ningún problema cuando esa luz es la misma a la que nos exponemos de manera natural. Lo que pasa es que, a diferencia del sol, este tipo de dispositivos emiten una luz azul altamente concentrada y que, además, está muy dirigida hacia los ojos del que lo utiliza por lo que puede tener un efecto no deseado para nuestra salud.
Los efectos de la exposición prolongada a la luz azul
Muchos estudios han confirmado el efecto que ejerce la luz sobre el cuerpo. Desde la síntesis de vitaminas hasta el equilibrio hormonal. Y parte de la luz azul tiene efectos sobre cómo se siente la persona y en la regulación del sueño. Gracias a la luz natural, el porcentaje de luz azul es relativamente alto, mientras que en la noche se reduce de una manera significativa, por lo que condiciona al cuerpo para descansar y conciliar el sueño.
Es decir, cuando nos exponemos a la luz natural, el cuerpo segrega serotonina y cortisol, dos hormonas relacionadas con el bienestar y el estrés, lo que nos hace sentirnos activos y despiertos. Cuando llega la noche, los niveles de cortisol y serotonina descienden para dar paso a la melatonina, la hormona del sueño, e inducirnos al sueño. La oscuridad y, por tanto, dejar de exponernos a la luz azul tiene sentido para dormir.
Hablamos de un ciclo vigilia-sueño en el que son numerosos factores los que influye y, como hemos visto, la exposición a la luz natural, entre ellos. Ese ritmo biológico que se repite cada 24 horas es fundamental para nuestra salud.
Cuando nos exponemos por la noche a la luz azul procedente de los dispositivos electrónicos, independientemente de la posible excitación que pueda provocarnos lo que visualicemos, altera ese reloj biológico natural del cuerpo, provocando alteraciones del sueño.
Esa exposición extra puede disminuir o inhibir la producción de melatonina, la hormona encargada de que el sueño llegue.
Por otro lado, esa luz azul reduce el contraste por lo que altera la capacidad de los ojos para enfocar, inhibiendo también el reflejo natural del parpadeo, dando pie a sequedad y fatiga ocular.
Las nuevas fuentes de luz, como las luces xenón, bombillas de bajo consumo o los diodos led, están diseñadas para mejorar nuestras vidas. El problema es que contienen un porcentaje de luz azul mayor que las bombillas tradicionales por lo que nos exponemos a una cantidad de luz en esa longitud de onda más elevada.
En resumen, los efectos del uso de los dispositivos electrónicos por efecto de la luz azul son:
- Retraso en la hora de dormir, que afectará a la duración total del sueño
- Disminución de la calidad del sueño, por reducción del sueño profundo y el sueño REM.
- Somnolencia diurna, que se traduce en cansancio y peor rendimiento durante la jornada
- Despertares nocturnos, que interrumpirán el sueño reparador
- Dificultad para despertar, por la alteración en la liberación de cortisol y otras hormonas.
- Consejos para proteger nuestros ojos de la luz azul
Consejos para proteger nuestros ojos de la luz azul
La vida en esta sociedad moderna está ligada, sí o sí, al uso de dispositivos electrónicos que están diseñados, en su mayoría, para facilitarnos la vida. Por tanto, los beneficios son más que evidentes, pero también trae consigo consecuencias que pueden afectar a nuestro descanso nocturno y nuestra salud. Poniendo en práctica estos consejos, podemos minimizar los efectos negativos de la luz azul en el sueño:
Limita su uso antes de dormir
El primer consejo, aunque obvio, no está de más recordarlo. Hay que tratar de evitar el uso de dispositivos electrónicos y así dejar de exponernos a la luz azul de las pantallas, como mínimo una hora antes de acostarse para que nuestra hormona del sueño, la melatonina, ejerza su efecto de manera natural.
Configurar los dispositivos
Actualmente, los fabricantes de estos dispositivos son conscientes de los efectos de una exposición prolongada a la luz azul por lo que disponen de diferentes modos que hay que configurar y activar durante la tarde y la noche para reducir la emisión de este tipo de luz.
Off del móvil o modo avión
Si no es estrictamente necesario, por una posible urgencia, es recomendable apagar completamente el aparato y, si es posible, emplazarlo en otra habitación. Así, evitaremos también la tentación de recurrir a él si sufrimos de algún despertar nocturno.
Usa filtros
Es una opción que también puede ayudar a reducir la exposición a la luz azul de las pantallas. Filtros que se superponen en las pantallas o gafas que bloquean la luz azul pueden resultar interesantes.
El entorno ayuda
Si hemos decidido no usar el móvil durante la noche, que es lo más correcto, puede que los primeros días sintamos cierta ansiedad. Generar una ambiente adecuado en el dormitorio en cuanto a temperatura, tejidos, oscuridad, etc. puede ayudar a que durmamos mejor.
Complementos a base de melatonina
Y una ayuda nunca viene mal. A todos estos consejos, puede ser interesante recurrir a complementos alimenticios, de venta en farmacias, que contienen melatonina y plantas medicinales como la pasiflora, la melisa o la valeriana que te ayudarán iniciar el sueño rápidamente y dormir del tirón. Recordemos que 1 mg de melatonina es más que suficiente para inducir el sueño y que, además, no interfiere en la secreción natural de esta hormona por parte del organismo.
¡Apaga luz! ¡Apaga todo!
BIBLIOGRAFIA
https://upcommons.upc.edu/bitstream/handle/2117/365425/TFG%20MONICA%20VICARIO.pdf?sequence=11
