Revisar nuestra piel nos puede sacar de más de un apuro. Los cambios de color, las manchas, lunares o rojeces nos pueden avisar de ciertas enfermedades o problemas de salud que nos ayudarán a actuar de manera rápida y eficaz.
No hay que dejarlas pasar y acudir al dermatólogo para que las trate de la manera más eficaz e identifique el problema exacto y, si procede, derivar al especialista adecuado.
La piel
La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. Actúa como frontera con el mundo exterior.
Esta circunstancia la convierte en vulnerable ya que, día a día, tiene que luchar y enfrentarse a una gran variedad de agresiones medioambientales.
Además, cubre nuestro cuerpo y lo protege de las bacterias. Por ello, entre otras medidas de prevención, la hidratación se convierte en una necesidad permanente. Pero no menos necesario es la utilización de productos adecuados en la higiene diaria.
Funciones de la piel
La piel cumple funciones muy variadas. En esta ocasión las vamos a agrupar en seis aspectos básicos:
- Protección. Evita la pérdida de agua y sirve de barrera defensiva contra la entrada de bacterias o virus.
- Regulación térmica. Permite la adaptación del organismo a los cambios de temperatura.
- Secreción y excreción. Se lleva a cabo a través de las glándulas sudoríparas y el producto de esa secreción es el sudor. Con él se eliminan productos de desecho del organismo.
- Absorción. Al tratarse de un órgano que permite la permeabilidad, la piel puede funcionar también como medio de absorción de diversas sustancias. Hablamos, por ejemplo, de los medicamentos en pomada.
- Recepción. La piel recibe y transmite información al cerebro. Por ejemplo, sensaciones
de dolor, temperatura, contacto y presión. Esta función convierte a la piel en
un importante medio de comunicación con el exterior. - Síntesis. Las distintas capas de la piel sintetizan compuestos beneficiosos para el organismo, a partir de la luz ultravioleta del sol.
No descuides las señales de la piel
Muchas personas tienden a minimizar los problemas de la piel. Consideran que las alteraciones que se producen en la piel son de carácter leve, que tienen buen pronóstico y con un tratamiento sencillo. Y, ni mucho menos, relacionan dichas alteraciones con otras partes del organismo.
Sin embargo, los avances en la investigación han ido revelando la relación entre las enfermedades de la piel y otros órganos del cuerpo humano.
Profundizaremos, a continuación, en todo ello pero adelantamos que algunos trastornos cutáneos como la psoriasis están en ocasiones relacionados con problemas articulares o cardiovasculares.
Por todo ello, ciertos trastornos, aparentemente leves y superficiales, pueden ser un aviso de otros problemas más graves y profundos.
Lunares
Los lunares deben ser evaluados por un dermatólogo, por lo menos, una vez al año. Pero aquellas personas con antecedentes de melanoma y/o que tengan muchas lesiones deben realizar los controles más asiduamente.
Manchas en la piel
Las manchas, o hiperpigmentación de la piel, por su parte, representan una patología benigna. Sin embargo, su importancia radica en sus implicaciones cosméticas y en que su tratamiento es difícil.
La fotoprotección es esencial y es por ello que se debe evitar la exposición al sol, usar diariamente protección solar de manera frecuente, usar sombrero y ropa protectora.
Si bien es cierto que, en algunos casos, su inicio coincide con el inicio de un tratamiento anticonceptivo o durante el embarazo, el estrés puede empeorar el melasma ya existente, y hacerlo resistente al tratamiento.
Alteraciones en las uñas
La exploración cuidadosa de las uñas resulta de gran utilidad. Es importante conocer cómo son las uñas normales y sus variantes fisiológicas y saber distinguir las diferentes enfermedades que pueden presentar. Nos pueden orientar tanto a procesos sistémicos como a trastornos fundamentalmente dermatológicos.
Las uñas de color amarillento hacen sospechar de la presencia de hongos que se pueden extender por toda la superficie de la uña. Las uñas quebradizas pueden indicarnos algún problema con la tiroides y, por su parte, tener las uñas pálidas puede ser una señal de nuestro cuerpo que nos indica anemia y falta de glóbulos rojos.
Acné
El acné se forma por un aumento del tamaño de las glándulas sebáceas y una obstrucción de los folículos pilosebáceos de la piel, lo que produce las “espinillas” o comedones. Este aumento de la secreción de sebo, facilita la proliferación de bacterias, que aunque son habitantes normales de la piel, al aumentar su número, producen en las zonas afectadas pus, enrojecimiento y dolor.
Los cambios que se producen en la secreción de hormonas sexuales, propios de la adolescencia, hacen que el 85% de los adolescentes entre 15 y 18 años presenten alguna forma de acné. Con el tiempo, el acné suele mejorar.
Pero puede aparecer de manera repentina un acné severo en los adultos mayores. Esto nos puede indicar una enfermedad subyacente, como la existencia de Diabetes tipo 2, que requiere atención médica. También se relaciona con determinadas enfermedades endocrinas y, en el caso de las mujeres, con el llamado síndrome de ovario poliquístico.
Ojeras
Las ojeras son alteraciones de la coloración de la piel debajo de los ojos debido a una producción excesiva de melanina y a la dilatación de los capilares próximos a la superficie de la piel.
Una de las causas principales de las ojeras es genética pero la falta de sueño o los malos hábitos de sueño también son un factor muy importante a tener en cuenta. Pero alergias o la anemia son otras de las causas de esta alteración.
Referencias
https://fundacionpielsana.es/asociacion-pacientes/estres_acme_edad_adulta
https://fundacionpielsana.es/mente-sana/el_efecto_psicologico_de_la_piel
https://aedv.es/wp-content/uploads/2020/07/NP-Aumenta-la-incidencia-del-c%C3%A1ncer-de-piel.pdf
