Cada vez se escucha más hablar de la flora vaginal, sobre todo de la importancia de cuidarla para evitar infecciones vaginales.
Saber por qué se puede alterar la flora vaginal y qué hacer para evitar que esto ocurra es importante para conseguir evitar infecciones genito-urinarias.
Qué es la flora vaginal
Se conoce como flora vaginal o microbiota vaginal al conjunto de microorganismos que viven en la vagina de la mujer.
Las bacterias que predominan en la flora vaginal de una mujer sana son principalmente del género Lactobacilo.
Estas tienen la capacidad de producir ácido láctico que induce a tener un pH bajo en la zona, la presencia de este ácido es el que imposibilita el crecimiento de gérmenes patógenos.
El pH bajo, ácido, es generalmente aceptado como el principal mecanismo de mantenimiento de la composición de la microbiota vaginal y, por tanto, de la salud de este órgano.
Por qué disminuyen los lactobacilos en la microbiota vaginal
En determinadas situaciones, la concentración de lactobacilos disminuye.
Esto ocurre, por ejemplo, de manera fisiológica durante la menstruación. Durante el sangrado cambian las condiciones de pH de la zona y, por tanto, de las condiciones de vida de los lactobacilos.
También puede ocurrir con la aplicación de dispositivos intrauterinos, durante las relaciones sexuales o con el exceso de higiene con jabones inapropiados.
- Uso de productos intravaginales. Como duchas con productos antisépticos o jabonosos. Estos productos alteran profundamente la flora vaginal, ya que arrastran a los lactobacilos. Esto propicia la instauración de un pH menos ácido. Este problema se puede acentuar especialmente si se utilizan productos alcalinos para efectuar los lavados vaginales. Incluso, en determinadas ocasiones, no es necesario que se lleguen a realizar lavados vaginales para alterar la flora vaginal.
El mero hecho de una higiene demasiado frecuente (más de dos veces al día) es suficiente para alterar las condiciones de la vagina.
- Relaciones sexuales. Se ha demostrado que el esperma actúa como un potente alcalinizador que reduce la acidez vaginal en unos pocos segundos. Este hecho, puede ser aprovechado por los patógenos, ya que encuentran un medio en condiciones adecuadas de alcalinidad para su colonización. Por tanto, la presencia de semen en la vagina provoca la neutralización de los mecanismos naturales de protección. Esto explica que tras periodos frecuentes de relaciones sexuales muchas mujeres refieran molestias vaginales, que pueden ser debidas más a la alteración de la microbiota vaginal.
Otros factores que pueden alterar la flora vaginal
Existen otros motivos por los que puede verse alterado el equilibrio de la flora vaginal, del descenso de los lactobacilos y, con ello, la alteración del pH vaginal. Además de los motivos destacados anteriormente, nos encontramos los siguientes
- Edad. La menopausia supone el final de la etapa reproductiva de la mujer. Puede producir una serie de efectos en la vagina, entre otros órganos. Como consecuencia de la menopausia se produce una disminución de los lactobacilos. Esto puede facilitar la aparición de infecciones de orina o cistitis.
- Uso de antibióticos. La acción de los antibióticos no se limita a destruir los patógenos del organismo, sino que muchas veces también provoca un descenso de «los microorganismos buenos», de la flora vaginal e intestinal que puebla nuestro organismo.
- Estrés crónico. Esta situación facilita la producción de corticoides en grandes cantidades, fundamentalmente cortisol, lo que a su vez tiene una repercusión negativa en múltiples estructuras sistémicas. Entre ellas se encuentra la vagina, ya que se altera el crecimiento de los lactobacilos y por tanto, la producción de ácido láctico.
¿Qué me pasa si se altera la flora vaginal?
Las infecciones del tracto urinario son habituales cuando se altera la flora vaginal.
Dentro de las infecciones del tracto urinario en la mujer la más frecuente es la cistitis, aunque también podemos encontrar otras infecciones a nivel vaginal como son la vaginosis y la vaginitis infecciosa.
La cistitis es una infección de origen bacteriano que afecta a la vejiga.
Los síntomas son inconfundibles, sobre todo en mujeres que padecen infecciones urinarias de repetición: aparición de molestias al orinar como dolor o ardor, tener ganas de orinar de forma frecuente y urgente, etc.
Se estima que un 50% de las mujeres tendrán, al menos una cistitis a lo largo de su vida y un tercio de estas mujeres presentarán recurrencias.
Cuida tu flora vaginal
- Higiene íntima diaria con productos adecuados.
- Ve al baño cada vez que tengas necesidad, sin retener ganas. Vacía totalmente la vejiga y, después de orinar, límpiate siempre de delante a atrás para evitar la contaminación por bacterias intestinales.
- Orina antes y después de mantener relaciones sexuales.
- Evita el empleo de desodorantes vaginales, baños perfumados, espermicidas u otras sustancias que puedan producir irritación, alergia o inflamación. Todos estos productos predisponen a alterar tu flora vaginal.
- Intenta evitar el estreñimiento. Tener un tránsito intestinal regular ayuda a impedir el crecimiento de bacterias en la zona rectal.
- Usa permanentemente ropa interior de algodón.
- Si vas a la playa o la piscina, evita tener el bañador mucho tiempo con el bañador mojado. Es muy recomendable cambiarlo inmediatamente por uno seco tras el baño.
- Bebe mucha agua. Es muy importante hidratarse bien por lo que es necesario beber abundantes líquidos para favorecer la eliminación de los microorganismos de las vías urinarias y de la vejiga. De hecho, se estima que el incremento la ingesta de líquidos y el consecuente aumento de la diuresis puede reducir el riesgo de recurrencias hasta un 50%.
- Alimentación equilibrada. Rica en fibra, principalmente. No olvides incluir fruta, verdura, pescado y carne blanca. Sobre todo, evita las comidas muy especiadas, el café y el alcohol.
Prevención con probióticos, arándano rojo y D-manosa
Ante las cistitis recurrentes, definidas como más de 3 infecciones anuales, se podría valorar la utilización de profilaxis antibiótica, ya que los estudios han demostrado su utilidad en la disminución de las recurrencias.
Sin embargo, de forma individualizada se pueden valorar otras estrategias para prevenir las cistitis recurrentes en función de las características y circunstancias de cada paciente. Por ello, se pueden utilizar diferentes productos como los probióticos, el arándano rojo y la D-manosa.
En cuanto a los arándanos rojos, se sabe que disminuyen el pH de la orina, lo que facilita la eliminación de las bacterias.
Además, contienen proantocianidinas. Son unas sustancias que dificultan o impiden la adherencia de la bacteria a la célula uroepitelial en la pared vesical, con lo que consigue evitar la infección.
La D-manosa suele emplearse en combinación con el arándano rojo porque también consigue disminuir el número de bacterias que se fijan a la mucosa de la vejiga.
Y los probióticos han demostrado mejorar la composición de la flora vaginal e intestinal, disminuyendo la proliferación de las cepas de microorganismos patógenos que son capaces de llegar a invadir la uretra. Principalmente, existe suficiente evidencia de las cepas probióticas de Lactobacillus.
De hecho, se considera que los probióticos tienen un efecto coadyuvante en el tratamiento de la vaginosis y de la vaginitis infecciosa. Se han de utilizar tras el tratamiento antibiótico de la infección, con el objetivo de que se produzca una recolonización de la mucosa y un descenso del pH vaginal antes de que el patógeno pueda volver a dañar.
Referencias
https://www.elsevier.es/es-revista-enfermedades-infecciosas-microbiologia-clinica-28-articulo-la-microbiota-vaginal-composicion-papel-S0213005X08726806
