¿Qué significa soñar y por qué no siempre lo hacemos?

Los sueños han interesado a la humanidad desde épocas remotas. Los sueños no sólo llamaban la atención de la gente, sino que además eran utilizados para interpretar el porvenir. También han sido considerados como mágicos y místicos. Algunos brujos y/o chamanes los utilizaron y aún los usan, como un medio de comunicación con los dioses o con espíritus de sus antepasados. Pero, realmente, ¿qué significa soñar?

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Etapas del sueño

Antes de hablar de sueño o de qué significa soñar, hay que hablar de las diferentes etapas del sueño. Este consta de una serie de estados que se presentan en orden secuencial y de manera cíclica. Duran aproximadamente 90 minutos y se producen un total de 4 a 6 ciclos en una noche y se presentan dependiendo del número de horas que se duerma.

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Etapa I: sueño de transición

En este momento es en el que nos vamos desconectando progresivamente hasta el punto en el que el pensamiento empieza a divagar. En este nivel pueden aparecer fenómenos hipnagógicos. Nos referimos a que podemos escuchar voces que pronuncian nuestro nombre, o aparecer imágenes abstractas, caras, paisajes delante de nuestros ojos mientras estos se abren y se cierran. Es la etapa en la que se pueden presentar rayos de luz, sonidos o sensaciones de caída al vacío que terminan sacudiéndonos de manera brusca.

Etapa II: sueño ligero

En esta etapa o momento del sueño, presentamos una progresiva relajación muscular, una mayor desconexión del medio y una reducción progresiva de nuestro índice metabólico. Sin embargo, en este estado podemos despertarnos si recibimos un estímulo muy fuerte.

Etapa III y IV: sueño profundo

Es el sueño más prolongado y profundo, con presencia de ondas lentas. Es el momento en el que el sueño es más reparador y es el momento en el que podemos descansar. Comparte las mismas características y la misma actividad electroencefalográfica que la etapa II: el índice metabólico disminuye al máximo, así como su conectividad y reacción al medio. Sin embargo, es más difícil que nos despertemos. Y, si lo hacemos, manifestamos un estado de confusión transitoria.

Etapa del sueño MOR: ensoñación

Tras las etapas III y IV, nos volvemos más inquietos y tratamos de volver a la vigilia. Pero, en lugar de volver a la etapa I, entramos en otro tipo distinto de sueño. Los músculos se encuentran flácidos, se pierden algunos reflejos, se presentan sacudidas súbitas, los latidos cardiacos y la respiración se hacen irregulares.

Además, los ojos se mueven rápidamente por debajo de los párpados cerrados. Es aquí donde se producen los sueños o, lo que es lo mismo, la ensoñación.

De hecho, un 80% de las personas que son despertados en esta etapa, manifiestan imágenes visuales vívidas y coloridas.

Se entiende que es en esta etapa MOR en donde se presentan las imágenes, pero solo recordamos algunas de ellas, por lo general, las más emotivas.

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¿Soñamos siempre?

Ya los hombres primitivos tenían sus propias teorías sobre el sueño. Una de ella era que mientras la persona duerme, su alma se separa del cuerpo para reunirse con el espíritu de la noche. Los judíos ortodoxos lo consideraban como una especie de muerte transitoria y daban gracias a Dios por devolverles el alma al llegar la mañana.

Y, hoy en día, algunos autores han considerado a los ensueños como ventanas abiertas a la profundidad de la personalidad, para otros como predicciones del futuro y para otros hasta como mensajes sobrenaturales.

Del contenido mental durante el sueño la mayoría de las personas no recuerda mucho, aunque se presume que todas las personas soñamos cada noche varias veces. Y, cuando recordamos espontáneamente lo que hemos soñado, suele ser contenido compuesto de muchos elementos diversos, no guardan ningún orden, suelen ser ilógicos. Sin embargo, hablamos de ello como contenido muy vivido y muy emotivo.

Los ensueños que se presentan en las fases de sueño profundo, es decir, las etapas III y IV, son de tipo abstracto y, por lo general, resulta difícil de acordarse de ellos cuando nos despertamos. Y, por otor lado, aquellos que se producen en la fase MOR son más vívidos, son de tipo cinematográfico y a color. La persona es capaz de acordarse y contar lo que ha soñado en cuanto se despierta, dependiendo de la memoria y emotividad que tenga de dicho ensueño.

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Medidas generales de higiene del sueño

Lo que está claro es que para “soñar bien” hay que dormir bien. Pero no solo para soñar bien. El descanso y el sueño son esenciales para la salud y básicos para la calidad de vida. Sin sueño y sin un buen descanso la capacidad de concentración, de enjuiciamiento y de participar en las actividades cotidianas disminuye, al tiempo que aumenta la irritabilidad.

Para conseguir que nuestro sueño sea reparador, es importante seguir una serie de hábitos de sueño:

  • Procura levantarte y acostarte siempre a la misma hora, incluyendo los fines de semana las vacaciones. De este modo no romperás la rutina lograda.
  • Procura dormir en ambientes favorables. Es decir, es conveniente mantener unas condiciones ambientales de la habitación apropiadas para dormir en lo que respecta al ruido y la temperatura. Además de tener una cama confortable, la luz debe estar totalmente apagada y la habitación en silencio.
  • Evitar el consumo de sustancias como alcohol, cafeína u otros estimulantes (bebidas energéticas, chocolate, refrescos de cola), especialmente durante la tarde o al final del día.
  • Si duermes la siesta, que no sea más de 30 minutos. Se ha demostrado que una siesta de unos 20 minutos resulta muy beneficiosa y favorece un estado de relajación durante el día que te ayudará a dormir por las noches.
  • Ejercicio. Una cantidad moderada favorece el sueño, pero, en exceso, hace difícil conciliar el mismo. Además, procura realizar el ejercicio físico dos horas antes de acostarte.
  • Dieta. No cenes copiosamente y evita los alimentos pesados, picantes o azucarados
  • Establece un ritual antes de acostarte. Leer un libro, preparar la ropa para el día siguiente, escuchar música tranquila o darte una ducha pueden inducirte el sueño.
  • Deja a un lado el móvil, tablets u ordenadores. Las nuevas tecnologías no te permitirán que te relajes.
  • No te lleves los problemas a la cama.
  • Si no puedes dormirte, no te agobies ni te angusties. No te impongas dormir. Levántate de la cama y haz algo relajante y monótono y vuelve a la cama cuando vuelvas a estar somnoliento.

Referencias
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-la-naturaleza-suenos-13079597

Lda. Laura Arbeloa Jiménez
Licenciada en Periodismo por la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Actualmente trabajo en Heel España realizando diferentes funciones de comunicación corporativa y marketing.
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